jueves, 10 de enero de 2008

Ganster americano: Dos tipos audaces


Nunca se sabe qué esperar del director inglés Ridley Scott. En sus décadas de carrera, supo hacer obras maestras que llegaron a cambiar la historia del cine (Alien, el octavo pasajero; Blade Runner, La caída del halcón negro y, por qué no, Gladiador), porquerías bochornosas (1492: la conquista del paraíso, Hannibal, Cruzada), películas muy del montón (Peligro en la noche, Lluvia negra, Corazón de héroes, Hasta el límite, Un buen año), algunas joyitas (Los duelistas, Los tramposos), film sobrevalorados (Thelma & Louise) y otros subestimados (Leyenda).
Por eso, cuando se estrenó Ganster americano, podía pasar cualquier cosa. Por fortuna, este nuevo opus se ubica muy bien entre el privilegiado primer grupo.
Ganster americano cuenta la historia de dos personajes aparentemente muy opuestos. Por un lado, Frank Lucas (un Denzel Washington que pide a gritos otro Oscar), ex guardaespaldas de un peso pesado de Harlem devenido en amo y señor de su propio negocio: el narcotráfico. Por otro lado, Richie Roberts (Russell Crowe, convertido en el actor fetiche de Scott), un policía dispuesto a desbaratar a los traficantes, a costa de los corruptos de sus colegas. Lo más glorioso es que el bueno no es tan bueno, y el malo, no tan malo, aspeto que humaniza a los personajes.
A pesar de ser capaz de ejecutar rivales en medio de una calle concurrida, Frank es un tipo con códigos, que siente un verdadero amor por su familia: no duda en brindarle su ayuda económica, además de darles trabajo de dealers a sus hermanos. Y siempre va a la iglesia con la madre, lo que siempre constituye un elemento deliciosamente subversivo. Richie viene de un divorcio bastante jodido. Él mismo arruinó el matrimonio, en parte por su carácter de mujeriego, y en mayor medida por el trabajo como guardian de la ley.
También vale destacar el espectacular elenco secundario, compuesto por nombres como Chiwetel Ejiofor, Cuba Gooding Jr. (quién desde Jerry Maguire no aparece en una buena película), Josh Brolin, el grosísimo Armand Assante, John Hawkes, John Ortiz (el malo de Miami Vice) y Carla Gugino, quien lamentablemente no se saca tanta ropa como en La ciudad del pecado.
Por supuesto, como toda película de Ridley Scott, la iluminación y el arte no tienen desperdicio. Y, por suerte, el director dejó de abusar de ralentes espantosos a la hora de filmar escenas de acción y tiros.
Resumiendo, Ganster americano es una gran película. Esperemos que Scott mantenga este nivel en su inminente Bodys of lies, con Leonardo di Caprio y, otra vez, Russell Crowe.

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