viernes, 31 de octubre de 2008

Gracias por todo, Pedro


miércoles, 29 de octubre de 2008

Te deseo todo el éxito, Diego


Ponele los puntos a esos pendejos malcriados.

martes, 28 de octubre de 2008

Rojo profundo


Faltan horas para que comience la nueva edición del Buenos Aires Rojo Sangre, y no quería dejar de hacer más recomendaciones.
Por el lado de los cortos, La extravagante venganza de la momia, lo nuevo de César Barrangou, quien en el BARS ’07 supo triunfar con su genial Los living dead; Horas extras, realizada por mis vecinos del blog Horror independiente; Un padre para Ludwig, de Sergio Esquenazi, el mismo de la película Visitante de invierno.
En cuanto a los largometrajes, El propietario, dirigido por Javier Diment y Luis Ziembrowski; Nocturnos, que pinta como uno de los platos fuertes del evento; Breaking Nikki, a cargo de Hernan Findling, y La pata de mono + Mofo, otra contribución al género por parte de Paura Flics.

Bueno, tienen para deleitarse un poco.

sábado, 25 de octubre de 2008

Familia

En pocos días comienza la nueva edición del Buenos Aires Rojo Sangre, el ya clásico festival dedicado al cine fantástico y de terror. Algunos de mis cortos fueron proyectados allí, empezando por Michifus. Aunque este año no darán nada de mi autoría –no mandé ningún material-, ahora los invito a ver un cortito que sí participó en la edición 2007, en la sección de los Experimentales.
Antes de dejarlos con Familia, el corto en cuestión, quisiera recomendarles algunas cosas que podrán ver en el Rojo Sangre: Post, de Farsa Producciones; Strogonoff, dirigido por Esteban Rojas (también parte de Farsa); Por qué no me tocó ser Michael Keaton, un delirio simpático a cargo de José Luis Lemos... y la esperadísima No moriré sola, lo nuevo de Adrián García Bogliano (Habitaciones para turistas, 36 pasos).


Estoy hecho un demonio


El director mexicano Guillermo del Toro tendrá películas mejores que otras, pero las hace todas bien. Si no, chequeen Hellboy 2: el ejército dorado. En esta secuela de aquel éxito de 2004, el héroe rojo (nada que ver con Bochini) y sus no menos anormales compañeros protagonizan una historia más decididamente encuadrada en un universo fantástico, plagado de civilizaciones secretas, duendes y otras criaturas. Por suerte, los efectos especiales no se comen la película y ayudan a contar el cuento. Del Toro nunca olvida al guión ni a los personajes y sus conflictos. El resultado: pura diversión, vértigo, amor, y no pocos momentos de desesperación y sufrimiento.
Guillermo, que tengas todo el éxito con El Hobbit, pese a su aroma a curro.

lunes, 20 de octubre de 2008

viernes, 17 de octubre de 2008

sábado, 11 de octubre de 2008

Michifus, en blog vecino

Michifus, el corto, fue posteado por los responsables del blog Horror Independiente. Se trata de un grupo de cineastas que sube cortos propios y también de pesos pesados como Tim Burton.
Les estoy muy agradecido.
Pueden acceder al blog pinchando aquí.

viernes, 10 de octubre de 2008

Espejito, espejito


Seguro ya habrán usado ese título, pero tengo el cerebro bastante quemado y no se me ocurre otro.
Junto con nombres como Eli Roth, Neil Marshall y Rob Zombie, el director francés Alexandre Aja es una de las revelaciones del género de terror en lo que va de este siglo. Gracias a él, ver una película de miedo volvió a ser una experiencia aterradora. Su propuesta consiste en un horror puro, directo, imparable y sin estupideces. Si no, chequeen Alta tensión y El despertar del Diablo, una remake superior a la original, La colina de los ojos malditos, a cargo de Wes Craven.
Espejos siniestros es el título de su nueva creación.
Ben (Kiefer Sutherland), un atormentado ex policía, acepta el puesto de guardia nocturno de un shopping cerrado. Como el lugar fue escenario de un terrible incendio, parece una gigantesca cripta plagada de sombras, maniquíes y cantidad innumerable de espejos. Espejos grandes, resistentes... y con vida propia.
El film no está a la altura de las dos mencionadas obras, es cierto, pero Aja logra momentos de susto y de desesperación muy logrados. No hay duda de que el tipo tiene un ojo especial para plasmar situaciones escalofriantes. Basta con recordar cómo termina la hermana de Ben en la bañera de su propia casa, o los últimos quince minutos de película. No dan ganas de estar cerca de espejos ni de nada que produzca reflejos.
En cuanto a su esperado próximo opus, Aja no se aleja de las remakes. Empezó con El despertar..., le siguió Espejos siniestros (es la versión yanqui del film coreano Into the mirror) y dentro de poco le tocará Piraña, refrito de aquel pequeño hit dirigido por Joe Dante.
Las remakes cansan... pero, bueno, Alex, confiamos en vos.

jueves, 9 de octubre de 2008

Los colimbas al ataque


Recién pude verla hace poco, casi cuando está saliendo de las carteleras. Menos mal que pude verla en cines, porque Un guerra de película es lo mejor del año detrás de Batman: el caballero de la noche y Wall-e.
Un grupo de estrellas de cine protagoniza una superproducción bélica en alguna parte de Vietnam. Para aumentar el realismo, los cineastas mudan a loas actores al territorio más hostil del país y terminan involucrados en un conflicto 100% verdadero. Pero nuestros (anti) héroes no lo notan, por lo menos al principio.
Dentro de esta historia se encuentra una de las más logradas, feroces y desopilantes sátiras de Hollywood. Actores, directores, productores, representantes, nadie zafa de la lupa de Ben Stiller, quien supo hacer lo mismo con el mundo de la moda en Zoolander.
Y hablando de Ben, larga vida a él, a Jack Black y a Robert Downey Jr. Menos mal que a Downey le tocó un papel que se burla de un Russell Crowe, y no el de Black, un adicto a las sustancias prohibidas. El resto de elenco tampoco se queda atrás, para nada. Dentro de los secundarios hay grosos como Nick Nolte, Steve Coogan, Matthew McConaughey, Jay Baruchel (protagonista de la efímera serie Primer año, creada por Judd Apatow)... pero Tom Cruise y sus insultos y sus pasitos de baile serán difíciles de olvidar. Dato curioso: Cruise supo estelarizar Nacido el 4 de julio, sobre un veterano de Vietnam.
Otro dato piola: el co-creador del film es el talentosos pero no tan conocido actor Justin Theroux, ahora fetiche de David Lynch. Lástima que Justin no aparezca en Una guerra... Sólo faltó él.

domingo, 5 de octubre de 2008

Feliz cumple, ídolo

Barker y Pinhead, un solo corazón sangriento.


“He visto el futuro del género de terror, y su nombre es Clive Barker”, decía Stephen King a comienzos de los ’80. Y no se equivocaba: a través de libros, ilustraciones y películas, Barker supo redefinir el significado de la palabra Horror. ¿Quién no quedó perturbado después de ver Hellraiser por primera vez? Lo mismo les habrá sucedido al leer cualquiera de los relatos que integran los Libros sangrientos.
Hoy, 5 de octubre, Barker cumple 56 años. Seguro no le divierte que le recuerden la edad, pero igual quiero desearle un Feliz Cumpleaños y agradecerle por hacerme pasar tan buenos ratos durante mi adolescencia.
Más info del tipo (al menos, de su faceta como escritor) en una nota que escribí hace bastante para el periódico virtual FIN, pinchando aquí.
¡Ah! Una vez más, Miguel: gracias por prestarme Sortilegio. No, no me canso de agradecerte.

Fin de semana de locura: la vuelta

Y sí, termina el fin de semana y llega la hora de regresar.
Al principio del viaje de vuelta, gritos y euforia. Luego, como es lógico, sucumbimos al cansancio y dormimos durante la mayor parte del trayecto.
Llegamos a la Zona Sur pasadas las diez de la noche. Cada uno se va bajando donde mejor le queda. Unos en Temperley, otros en Lomas. Yo me bajo en Banfield.
Me despido de los chicos. Le estoy muy agradecido a Juan, a Ale, a todos esos fenómenos por haberme invitado. Difícilmente pueda verlos seguido en lo que va del año. Ojalá les vaya de lo mejor. Son unos capos.
Si todo sale bien, nos estaremos reuniendo en el próximo Día de la Picada. No se hará en Punta Indio pero estará pipí cucú.

viernes, 3 de octubre de 2008

Fin de semana de locura: desayuno, almuerzo y joda

Domingo 28, tipo 9 AM.
Antes de levantarme y sumarme a los pibes que toman mate alrededor de los restos del fogón, pongo a cargar mi celular, que palmó a eso de la medianoche. Faltan sacar más fotos y grabar más videos.
Ale es quien se encarga de repartir los mates. “Acá falta algo”, digo, y deposito sobre el pasto un paquete de bizcochitos. “Buenísimo”, dice Ale, “entraste en la ronda”.
Ahí descubro que el fogón no está tan muerto. Aun quedan brasas activas. Dos muchachos colocan una parrilla y depositan encima panes que sacan de bolsas gigantes. La idea: usarlos para comer con rodajas de membrillo y batata. Yo como con membrillo. Delicioso.
Son muchos los que repiten la palabra “Asado”. Ale y otro lugartenientes hacen una vaquita. Si alcanza para asado, mejor. Si no, se verá. También es preciso comprar bebidas, entre otros elementos.
En tanto, diversión, risas, música de la buena. Petete se arma su hamaca paraguaya y permanece acostado y charlando desde ahí.
Al rato caen los que fueron de compras. La plata alcanzó: traen asado, vacío, lechuga, tomate, más bebidas.
Pese al cielo gris y la amenaza de lluvia, Ale se pone a preparar el asado. “Hay que buscar una cruz”, dice. José se arrodilla y extiende los brazos, fingiendo ser una cruz humana. Al final consiguen una de hierro.
Pinta el fulbito, aunque uno bastante caótico: veinte contra veinte (¿?) y ninguno en forma. La pelota se perdía en la vegetación y chocaba contra el asado.
Si el partido fue enquilombado, buscar la comida es más terrible. El pobre Ale debe cortar pedazos de vacío y depositarlo en los panes que cada uno de nosotros le acercábamos desde todas las direcciones como muertos de hambre. Encima se larga a llover, pero apenas una llovizna inocente. Menos mal. Así y todo, corremos a refugiarnos bajo el techado de la casa, donde Ale sigue sirviendo.
Espectacular el asado. Aplausos merecidos para el Narigón.
Después de comer, un grupo volvemos alrededor de la milagrosamente viva fogata. Todavía llueve finito. Algunos permanecen debajo de los árboles y en las carpas, pero otros –con José a la cabeza- andan en medio del agua, manteniendo vivas a las brasas con ramas y troncos. Juan aparece con postre: pasta frolas made in su madre.
Son como las cinco de la tarde. Es hora de irse. Algunos no quieren hacerlo. Se da una situación desopilante que, si no se ve muy pixelado, podrán apreciar en el segundo video.
Se desarman las carpas, guardamos nuestras cosas, nos despedimos de aquel hermoso paraje y nos metemos en el micro. Los que van en auto se despiden por anticipado.
Está anocheciendo.




Ronda de mates.

Tostando pan.

Preparando pan tostado con membrillo y/o batata. Rico desayuno.

Mendonca, Joni y Julia. Un trío de la hostia.

Ale comienza a preparar el asado.

Este Capa es un colgado...

El Pana hace pruebitas.

Plumi (de pie), Petete (en la hamaca paraguaya) y un quía del que no recuerdo el nombre.

El asado, casi listo.

Mendonca y José, el auténtico dúo dinámico.

“Yo quiero la tira más grande”, parece decir el de remera celeste. Los demás lo miran raro.

“El que no aplauda al asador es boleta”, parece decir Petete, machete en mano, junto a Ale.

Bancando al fogón bajo la llovizna.





Fin de semana de locura: noche

Anochece.
Pese a estar fisurados, el ánimo de los Picadores no decae. Todo lo contrario.
Un grupo se dedica a prender un fogón en un extremo del espacio verde, lejos de la casa. Echan ramas, troncos, corteza, y de repente se eleva una hermosa llamarada. Hace mucho que no estoy tirado junto a un fogón, junto a pibes que cuentan anécdotas o tocan la guitarra y el bongo. Uno de esos momentos que nunca se van de la mente de uno (a no ser que sufra de Alzeimer).
En tanto, en la casa, Capa –también presente en la fogata al principio- se ubica frente a su Notebook y hace de DJ. Se improvisa una pista de baile. Imposible no moverse al ritmo de Bee Gees, Michael Jackson, Blur, Capoeira, música electrónica, hip hop y demás. Joni es uno de los más exaltados. “No puedo parar”, dice en un momento, y explota en carcajadas.
En un momento de relax, cenamos lo que quedó de picada. Al poco tiempo no queda nada, pero nada: ni comida ni agua, apenas algo de vino. De todos modos, eso no impide que sigamos pasándola de lo mejor.
Petete saca unas bandejas musicales, se mete en su faceta de DJ JuanMan y pincha unos discos (o cd’s). Pasa remixes de New Order, entre otras grandes bandas. No importa la resaca, hay que moverse igual.
Aunque se ve casi todo oscuro, los videos logran captar la esencia de esa noche.
Pasadas las 3 de la madrugada, algunos empiezan a acotarse a dormir. Yo me armo una cama con los almohadones de un sillón y con una sábana que me presta un muchacho que vive o frecuenta la casa. Antes de quedarme planchado, logro conocer el revolucionario método para tomar mate creado Joni: sin bombilla, sorbiendo la infusión como si fuera un mate cosido, aunque uno se manche con yerba.
Sí, estuvimos bien.
Bien pasados de revoluciones.


Anocheciendo.

No podía faltar el fogón.

Ale descansa un rato.

Petete y el Heavy lo acompañan.

La pantalla de la Notebook desde la que se programaba la música.

jueves, 2 de octubre de 2008

Fin de semana de locura: picada y algo más

Después de viajar durante alrededor de tres horas, llegamos a destino. El contexto ya de por sí es precioso: arboledas, cielo azul, casi nada de civilización. La casa en la que paramos no es tan grande, pero alcanza y sobra para nuestras necesidades más básicas. Pertenece a amigos de la familia de Juan y de Guido, o algo así.
Recién al bajar del micro caigo en que muchos trajeron con carpas y bolsas de dormir. Yo soy uno de los pocos que sólo vino con un bolsito. No importa, puedo improvisar cuando llegue el momento de dormir.
Un grupo se dedica de lleno a preparar la picada bajo un techado mientras otros tres o cuatro pibes colocan mesas a la sombra de unos árboles. El resto arma sus viviendas provisorias en los alrededores, y algunos, como José y su novia, toman sol tirados en unas mantas ubicadas sobre el gigantesco espacio verde que podrán apreciar en las fotos de más abajo.
Sobre una mesa pequeña, junto a Malbecs y gaseosas, Ale deposita su más perfecta invención: Quebracho, un vino hecho solamente con uva. Nada de porquerías extras. Me digo que ya lo probaré.
Una hora y mucha hambre acumulada después, la picada está lista. Todos reunidos alrededor de las mesas repletas. Cantamos el feliz cumpleaños a la Picada. Ale no pierde el tiempo con palabras y descorcha un Quebracho. “A comer”, dice Guido, y ataca. Lo seguimos con desesperación apenas contenida. Devoramos salamines, y quesos de las más variadas especies, mortadela, longaniza, papas fritas, chizitos, pan, sanguchitos, tartas preparadas por la madre de los Schenone... bajamos la comida con el vino de Ale o con gaseosa. Me inclino por lo primero. Tomo poco, y otro poco, y otro poco más y otro más también. Y después pierdo la cuenta. A partir de ahí recuerdo algunas cosas (los videos del celular revelan algo de lo hecho en mi estado de inconciencia): estar sentado al sol junto a José y Mendonca; ir a saludar al muy groso Juan Manuel Lencinas, alias Petete, otro fundador del Día de la Picada, quien llega en auto. También recuerdo dar dos pasos dentro de la cocina y redecorar el piso (mejor no les cuento con qué), pero logro acordarme que, a pesar de mi calamitosa situación, pedí limpiar yo mismo el enchastre. No sé si me dejaron: de golpe despierto al atardecer, tirado sobre un toallón en el mencionado espacio verde. Veo que cuatro o cinco chicas jugaban al voley y de un salto me incorporé al equipo de Julia. A pesar de mi resaca –y de no jugar a ese deporte desde fines de los ’90- lo hago más o menos bien. Eso sí: piso mal como catorce veces. No me queda la pierna amoratada, pero sí descubro raspones en mis brazos. ¿Habré querido treparme a un árbol? En ese momento recibo un mensaje de texto de Sebastián De Caro. Me invita una fiesta. Estoy un poco lejos como para ir. Además, acá la estoy pasando genial.


Comienzan los preparativos de la picada.

Joni extiende los brazos cual Cristo brasileño.

Joni con un servidor.

Campo abierto.

Guido y Plumi, quien durante el viaje andaba pasadísimo de rosca.

Se necesitaron dos mesas para la gran picada.

La gente se impacienta. Ya quiere deglutir.

Tomando sol después de la comilona.

Impresentable, pero querible foto.

Ale empezó la ronda de mates.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Fin de semana de locura: la ida

Sábado 27 de septiembre.
A eso de las 8 AM llego al bar Ludovico, en Lomas de Zamora. Según me contaron, le pusieron Ludoviko en homenaje al cruel experimento de La naranja mecánica. Pero el lugar no tiene nada de sádico.
Al entrar, descubro que hay gente esperando. Un grupito de seis o siete, entre los que se encuentran José y Fernando Mendonca. ¡Qué personajes! Los conozco de la secundaria. Recuerdo que un día llegó a mi curso una profesora suplente de Educación Cívica. Cuando terminó el recreo, todos entramos... ¡incluso Mendonca y dos pibes que pertenecían a otro año! Por supuesto, la suplente no se dio cuenta. Enseguida entra José y dice que la Rectora llama a los infiltrados. Mis compañeros y yo no logramos contener la risa.
Noto que todavía hay gente dentro del bar. Al mismo tiempo descubro que la mayoría de los futuros viajantes no había dormido en toda la noche. Igual, se los notaba con el ánimo por el cielo. Lo dejamos ahí.
Un micro escolar estaciona en la puerta de Ludovico. El vehículo que nos llevará hasta –y nos traerá de- Punta Indio.
De a poco llega gente, casi toda con look hippie. Un par pelo pela guitarra criolla y entona acordes, como para meternos en clima.
Van cayendo los más conocidos, algunos ya mencionado en el post Primavera ‘98. Para empezar, dos de los fundadores del Día de la Picada: los hermanos Juan y Guido Schenone. Un tipazo Juan. En la secundaria compartíamos clases de Francés (la profesora le decía “Yenoné”) y de Educación Física. En esa época lucía pelado. Un Philip Anselmo con la mejor onda. En 2007 usaba un peinado rastafari y ahora sólo rulos normales, casi como Guido.
Al toque aparece Alejandro Martínez, también compañero de la secundaria, aunque durante más años. Un grande, Ale (también conocido como “el Narigón”).
¿Y qué decir de Juan Manuel Becerra, alias Capa? Siempre compartimos los mismos gustos musicales y cinematográficos. Llega con un grabador gigante y viejo, pero contectado a un MP3. Parece Radio Raheem, aquel negro enorme de Haz lo correcto, obra maestra de Spike Lee.
Tanto Capa como Juan integran la banda musical Supersopa. Los miembros restantes -Moby y el Pana- también se suman al festejo.
¡Y qué alegría reencontrarme con Joni! No era compañero nuestro, pero siempre estaba en la puerta del colegio antes de entrar y a la salida, ya que era amigo de algunos de los pibes (y novio de, por ejemplo, Natalia Pérez Corso). Ahora tiene una casa de tatuajes en Temperley.
También se me acerca Julia, una chica que dice recordarme de aquellos tiempos pero que yo no logro registrar. Como dije una vez, mi memoria será buena, pero no prodigiosa. Macanuda la chica, y muy varonera.
Luego de tomar lista y recaudar la plata del viaje, Juan y Ale nos hacen subir al micro. Somos como cuarenta almas, y eso que algunos van en auto. Desde la puerta, José grita: “Chicos, los que van al Cerro Otto...” y estalla en carcajadas. Y sí, el ambiente es similar al de un viaje de egresados.
Son alrededor de las 10 cuando arrancamos. Los viajeros, pura euforia y festejo. Por el radiograbador de Capa suenan Los Beatles, los Chilli Pepers, N.E.R.D., 50 cent y más exponentes de buen gusto musical.



Punto de encuentro: el bar cultural Ludoviko.

El Heavy (Izquierda), José (el de la derecha) y otros pibes esperan junto a la mesa. Algunos venían de trasnochar.


El micro escolar que nos llevó a destino.


La muchachada quiere subir y zarpar.


Moby y Capa, de Supersopa.


Joni. Un grande entre los grandes.


Mendonca y Julia, a quienes conozco de la secundaria.

Juan y Ale repasan la lista de viajantes.

José y Capa, ya en pleno viaje. ¡Qué descontrol!


Moby le da al bongó.