viernes, 3 de octubre de 2008

Fin de semana de locura: desayuno, almuerzo y joda

Domingo 28, tipo 9 AM.
Antes de levantarme y sumarme a los pibes que toman mate alrededor de los restos del fogón, pongo a cargar mi celular, que palmó a eso de la medianoche. Faltan sacar más fotos y grabar más videos.
Ale es quien se encarga de repartir los mates. “Acá falta algo”, digo, y deposito sobre el pasto un paquete de bizcochitos. “Buenísimo”, dice Ale, “entraste en la ronda”.
Ahí descubro que el fogón no está tan muerto. Aun quedan brasas activas. Dos muchachos colocan una parrilla y depositan encima panes que sacan de bolsas gigantes. La idea: usarlos para comer con rodajas de membrillo y batata. Yo como con membrillo. Delicioso.
Son muchos los que repiten la palabra “Asado”. Ale y otro lugartenientes hacen una vaquita. Si alcanza para asado, mejor. Si no, se verá. También es preciso comprar bebidas, entre otros elementos.
En tanto, diversión, risas, música de la buena. Petete se arma su hamaca paraguaya y permanece acostado y charlando desde ahí.
Al rato caen los que fueron de compras. La plata alcanzó: traen asado, vacío, lechuga, tomate, más bebidas.
Pese al cielo gris y la amenaza de lluvia, Ale se pone a preparar el asado. “Hay que buscar una cruz”, dice. José se arrodilla y extiende los brazos, fingiendo ser una cruz humana. Al final consiguen una de hierro.
Pinta el fulbito, aunque uno bastante caótico: veinte contra veinte (¿?) y ninguno en forma. La pelota se perdía en la vegetación y chocaba contra el asado.
Si el partido fue enquilombado, buscar la comida es más terrible. El pobre Ale debe cortar pedazos de vacío y depositarlo en los panes que cada uno de nosotros le acercábamos desde todas las direcciones como muertos de hambre. Encima se larga a llover, pero apenas una llovizna inocente. Menos mal. Así y todo, corremos a refugiarnos bajo el techado de la casa, donde Ale sigue sirviendo.
Espectacular el asado. Aplausos merecidos para el Narigón.
Después de comer, un grupo volvemos alrededor de la milagrosamente viva fogata. Todavía llueve finito. Algunos permanecen debajo de los árboles y en las carpas, pero otros –con José a la cabeza- andan en medio del agua, manteniendo vivas a las brasas con ramas y troncos. Juan aparece con postre: pasta frolas made in su madre.
Son como las cinco de la tarde. Es hora de irse. Algunos no quieren hacerlo. Se da una situación desopilante que, si no se ve muy pixelado, podrán apreciar en el segundo video.
Se desarman las carpas, guardamos nuestras cosas, nos despedimos de aquel hermoso paraje y nos metemos en el micro. Los que van en auto se despiden por anticipado.
Está anocheciendo.




Ronda de mates.

Tostando pan.

Preparando pan tostado con membrillo y/o batata. Rico desayuno.

Mendonca, Joni y Julia. Un trío de la hostia.

Ale comienza a preparar el asado.

Este Capa es un colgado...

El Pana hace pruebitas.

Plumi (de pie), Petete (en la hamaca paraguaya) y un quía del que no recuerdo el nombre.

El asado, casi listo.

Mendonca y José, el auténtico dúo dinámico.

“Yo quiero la tira más grande”, parece decir el de remera celeste. Los demás lo miran raro.

“El que no aplauda al asador es boleta”, parece decir Petete, machete en mano, junto a Ale.

Bancando al fogón bajo la llovizna.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

que tal matute, soy el yoru, ¿remember me ?, se me pianta un lagrimon loco, gracias por registrar ese bello momento que me toca saborear amargamente a tantos y tantisimos quilometros de distancia.
que bueno tener noticias tuyas, que bueno saber que estas ahi, muy bien matias .

Matías Orta dijo...

Sos un grande. Gracias por tus palabras. Espero que andes genial.

M