miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿Para qué sirve la sangre, sino para ser derramada?

Vampiros, zombies, asesinos psicópatas, fantasmas, muñecos endiablados... Imaginen todo eso en el Centro y en un mismo lugar.
Entre el 30 de octubre y el 5 de noviembre se llevó a cabo la novena edición del Buenos Aires Rojo Sangre (BARS para los amigos), el ya clásico festival de cine dedicado al género fantástico y de terror.
Este año vino con muchas novedades. La sede se mudó del Complejo Tita Merello a las salas 2 y 3 del Complejo Monumental Lavalle. Si bien el hecho de que las mencionadas salas se encontraban en el subsuelo y ayudaban a darle al evento un clima de sótano ideal, el valor de las entradas aumentó a 8 pesos, que le pareció demasiado a varios espectadores.
En cuanto a las películas, este año se le dio prioridad a la producción latinoamericana, tanto en largometrajes como en cortos.
Una de los más tremebundos exponentes vino de Brasil. Mud zombies (Mangue negro, 2008) es una historia de amor en medio de una invasión de muertos vivientes en plena selva. ¡Hasta los peces y otras criaturas acuáticas terminan convertidas en caníbales! Una vibrante película que sabe combinar elementos del Sam Raimi y del Peter Jackson de sus primeras épocas con la idiosincrasia de un pueblo brasileño. Su director, Rodrigo Aragão, estuvo en el festival. Dijo unas palabras antes de comenzada la función y luego charlo muy amablemente con los entusiastas espectadores (y hasta no tuvo problemas en ser fotografiado por quien suscribe).
Desde Uruguay llegó Muñeco viviente V (Maximiliano Contenti, 2008), en la que un muchacho y sus amigos ultrafreaks deberán vérselas con el nada simpático personaje del título. Por si no lo notaron, es una comedia delirante, hecha de manera superindependiente y que jamás deja de entretener.
También pertenecen a tierras charrúas el mediometraje Mati (Diego Melo, 2007/8), sobre un espantapájaros vengativo, y el corto en competencia The container (Melo, 2007), acerca de un submundo de basura. Ambos divertidos y ultra lisérgicos. ¿Qué drogas estarán consumiendo los uruguayos?
Adrián García Bogliano (Habitaciones para turistas, Grité una noche, 36 pasos) presentó su flamante No moriré sola, que pudo verse el sábado 1º como la Película Sorpresa. Además, del mismo realizador (esta vez en co-dirección con su hermano Ramiro) se proyectó La pata del mono, adaptación del cuento de W. W. Jacobs que significó el piloto para Noches de insomnia, programa costarricense dedicado al terror.
Otra de las perlitas fue Nadie inquieto más (Gustavo Leonel Mendoza, 2008), imprescindible documental sobre Narciso Ibáñez Menta. A través del testimonio de colegas del teatro, actores, directores y de su hijo, el gran Chicho Ibáñez Serrador, podemos conocer la vida y la obra de esta leyenda. Aunque se lo identificó con el género de terror (ya sea en teatro, cine y televisión), Narciso era, ante todo, un actor como los que ya no quedaban. Yo soy de una generación más reciente, así que no pude apreciar tanto su obra. Lástima que mucho de aquel material se perdió. ¿Pensaron que no habría excesos cinematográficos del Lejano Oriente? Pensaron mal. El público más enfermito pudo babearse con las japonesas Tokio gore police (Tôkyô zankoku keisatsu, Yoshihiro Nishimura, 2008) y Machine girl (Kataude mashin gâru, Noboru Iguchi, 2008).
En cuanto a los cortometrajes, siempre hay de todo, ya sea en competencia y en las muestras paralelas. Una de las joyitas que va por el premio mayor es Aquellos ojos brujos (César Delgado, 2007), una impecable animación hecha en Flash 5.
Los dejo con algunas fotos.


El público ingresando en la sala.

Afiches varios.

El director Rodrigo Aragão posa junto al poster de su opus hipersangriento.

El público coloca su voto en la urna.

Lautaro, hijo de uno de los directores del festival, se asegura de que tengamos mucho, pero mucho miedo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad el festival es un lujo,se siente el espiritu independiente y la buena onda apenas bajas las escaleras,muy buenos cortometrajes y largometrajes, espero que siga pregresando.
Nos vemos el año que viene.