jueves, 15 de enero de 2009

Cangurolandia


Con apenas tres películas, el australiano Baz Luhrmann se convirtió en uno de mis directores favoritos. Si no, lean la nota supe escribir para la estupenda revista virtual Axolotl (perdón por algunos errores de ortografía). Un cineasta al que muchos odian. Se lo acusa de superficial, rimbombante, y además, hace la clase de cosas que la mayoría odia: largometrajes donde los personajes bailan, cantan, y films de época.
Como Australia, su reciente y esperadísimo opus.
No obstante, producto de las tibias críticas que venía escuchando, entré en la sala de cine con las expectativas muy abajo. Temía que Luhrmann me decepcionara. Pero no fue así y me encontré con lo que el director confesó estar buscando: un Lo que el viento se llevó en las tierras de los marsupiales, con elementos de western, sobre todo los de Howard Hawks y John Ford. Más de un plano remite a, por ejemplo, Más corazón que odio, gema del dúo Ford-John Wayne. Y justamente al gran cowboy de la pantalla grande es que remite el recio y valiente personaje de Hugh Jackman.
A todo esto no conté de qué trata la historia. Durante la Segunda Guerra Mundial, Sarah Ashley (Nicole Kidman, mejor de lo que la criticaban por ahí), una aristócrata inglesa, viaja a ya-saben-dónde por unas tierras que su marido tenía en Darwin. Al llegar se desayuna que el tipo fue asesinado supuestamente por un viejo aborigen. Pese al lógico choque cultural del principio y a la amenaza de un poderoso terrateniente, Sarah decide continuar con la labor del difunto. En el camino se encariñará con Nullah (Brandon Walters, la revelación), un niño mestizo, y se enamorará del vaquero interpretado por Jackman. Todos deberán prepararse para tiempos muy difíciles, ya que los japoneses, luego de atacar Pearl Harbor, planean ir por Darwin, y no de visita.
La película tiene todo el vértigo y la riqueza visual característica del director, y sigue presente el tema de los enamorados que provienen de mundos muy distintos, pero que así y todo se la juegan hasta el final,sin importar los peligros que la relación conlleva. Sin embargo, se nota que mucha gente distinta metió mano en el guión. Además de Luhrmann, figura la firma de Stuart Beattie –guionista de Piratas del Caribe: la maldición del Perla Negra, Colateral y la inminente película de G. I. Joe-, y la del sudafricano Ronald Hardwood, que trabajó con Roman Polansky y hasta escribió el telefilm Evita Perón (¡sí, ese con Faye Dunaway haciendo de La Abanderada de los Humildes!).
El resultado final no llega a ser perfecto, pero muestra que B. L. no pierde el talento de entretener ni de emocionar. Tanta pasión hecha celuloide es muy inspiradora.
Mención especial para los paisajes. Dan ganas de tomar un avión para allá, alquilar un jeep y recorrer esos hermosos parajes al atardecer escuchando Midnight Oil o Men at work y con canguros saltando a los costados.
Además de los protagonistas tenemos a grandes actores grosos que aquel enorme país de Oceanía nos legó: Bryan Brown (recordemos que Brian Dennehy, co-protagonista junto a Brown del clásico ochentoso Fx-Efectos Especiales, fue dirigido por Luhrmann en Romeo+Julieta); David Wenham, aquí como el villano de turno; el veterano Jack Thompson, de corta aunque buenísima participación, y el eterno indígena David Gulpilil. En otros roles secundarios podemos descubrir actores más oscuros, como Barry Otto -dirigido por Baz en Strictly ballroom y padre de la actriz Miranda Otto- y John Jarratt, ¡el cazador de Wolf Creek! Pero faltó Paul Hogan. Podría haber estado unos minutitos, aunque fuera. Porque la película que más fama mundial le dio a Australia fue Cocodrilo Dundee.
Esperemos que Baz Luhrmann no demora tanto en realizar su próxima película. Ya la estoy esperando ansioso.

1 comentario:

Lucila Lastero dijo...

Leí que Nicole Kidman no es criticada tanto por "actuar mal" en el film, sino porque dicen que tiene la cara endurecida. ¡Se le fue la mano con el botox!.
Debe estar buena la película.